4 de mayo de 2016

Trilce (César Vallejo) [1922]

Acabo de terminar Trilce, un libro de poesías del peruano César Vallejo que fue publicado en 1922. Y me generó esta reflexión.

La valoración que hago de una obra literaria, en este momento de mi vida, tiene tres niveles. El libro que cumple mis expectativas en los tres niveles, me gusta mucho. Si no lo hace en ninguno de los tres, me parece malo. Si cumple en uno o en dos, entra en terreno gris, de discusión, de "me gusta, pero...".

1) El primer nivel es el estético. El modo en el que está escrito, la creatividad, los recursos literarios, los giros argumentales. Todo lo que tiene que ver exclusivamente con la belleza, lo agradable, lo copado. Es la condición que menos me importa.

En este nivel se destaca Trilce: cada poema es un cachetazo a la lógica, tienen palabras inventadas, ideas curiosas, párrafos que aparecen alineados a la derecha o a la izquierda, faltas ortográficas escritas a propósito. César Vallejo es muy original y puede ser considerado un precursor del estilo estético de Juan Gelman, un escritor muy hermoso.

2) El segundo nivel es el ideológico. Y me importa más que el estético. Se trata de cuál es la intención del escritor, qué genera, qué nos quiere decir, qué le pasa a la persona luego de leer su obra. Si un autor es creativo y divertido, pero nos quiere enseñar que los negros son malos y los blancos son buenos, entonces su creatividad se va al tacho. Si, en cambio, propone desde su estética una forma distinta de pensar las cosas, ya que cree que el mundo está mal, y entonces hay que ordenarlo de nuevo, a su valor estético se suma el ideológico, y su libro me gusta el doble.

En el caso de Trilce, para ser sincero, la ideología está escondida, es difícil de definir. Y esto se conecta directo con el tercer nivel.

3) El tercer nivel es su dificultad. Si un libro está bien escrito y postula un mundo más justo, puede tener un problema grave: que lo entiendan muy pocos.

¿De qué sirve un libro que podría construir un planeta mejor si nadie lo entiende? Si yo escribo: "Redimirá el exesclavo aquel rojor al tomar posesión de lo aburguesado", tal vez una pequeña parte de la población podrá deducir que me refiero a que los descendientes de los oprimidos en siglos anteriores (pueblos originarios, africanos, la clase trabajadora) deben unirse para luchar contra la clase alta que los sigue oprimiendo para terminar con esa opresión y, así, honrar la sangre derramada de los que sufrieron en el pasado. Pero no sirve que sólo lo entiendan muy pocos: para cambiar el mundo, tenemos que ser muchos. Y para disfrutar de la literatura, también.

Un libro puede ser genial sin ser imposible de entender para una parte de la población. Si alguien escribe para unos pocos, no me interesa. Me parece egoísta. El arte tiene que llegar a la mayor cantidad posible de lugares.

Trilce, de César Vallejo, cumple con el primer nivel, pero no con los otros dos. Su estética es interesante, pero, al menos para mí, sus textos son difíciles de entender. Por eso, ni siquiera sé si comparto su ideología, porque no llego a descifrarla.

Como despedida, y para que entiendan un poco más de qué estoy hablando, transcribo uno de los poemas que representa mejor lo que quiero decir.

XXXII

999 calorías
Rumbbb... Trrraprrrr rrach... chaz
Serpentínica u del bizcochero
engirafada al tímpano.

     Quién como los hielos. Pero no.
Quién como lo que va ni más ni menos.
Quién como el justo medio.

1,000 calorías
Azulea y ríe su gran cachaza
el firmamento gringo. Baja
el sol empavado y le alborota los cascos
al más frío.

     Remeda al cuco; Roooooooeeeis...
tierno autocarril, móvil de sed,
que corre hasta la playa.

     Aire, aire! Hielo!
Si al menos el calor (__ __ __ __ __ _Mejor
no digo nada.

     Y hasta la misma pluma
con que escribo por último se troncha.

     Treinta y tres trillones trescientos treinta
y tres calorías.

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